30 julio, 2018

EL CENIT

Por: Raúl Axel Mayorga Molina

 

Los dos presidentes

Algo que está en boga en los medios de comunicación nacionales son las notas sobre las multitudes que diariamente van a las oficinas de Andrés Manuel López Obrador a solicitarle empleo o que resuelva alguna situación muy específica de diversos puntos del territorio nacional. Así, gente de Chihuahua, de Guerrero, de Chiapas, de Tamaulipas, etcétera, se han dado cita en su casa de la Colonia Roma de la Ciudad de México para verlo, para hacerle llegar cartas y demás peticiones. Solo que olvidan, al igual que otros millones de mexicanos, algo muy sustancioso: AMLO todavía no es el presidente de la República. Es más, todavía ni es presidente electo.

La situación del tabasqueño es típica de nuestro sistema político, discutida ya desde hace décadas y que redundó en que la siguiente administración, en 2024, iniciará en octubre y no en diciembre como era desde principios del siglo pasado; López Obrador será presidente electo hasta que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dé validez a la elección y emita la constancia de mayoría de su triunfo. Por mientras, “El Peje” es solo el virtual ganador de los comicios del 1 de julio, pero nada más.

El tortuguismo de la transición entre gobiernos es bastante notable. En otros países de América Latina dura a lo mucho tres meses y aquí cinco. Ello se explica porque antes, sin tecnología, el proceso de entrega – recepción era muy lento. Empero, mientras el TEPJF emite su resolución, en el país parece que hay dos presidentes.

Enrique Peña Nieto, actual presidente constitucional, debe estar muy a gusto gozando de la atención pública que le roba López Obrador, porque así queda fuera de foco, de la discusión de la cosa pública, su actuar como el todavía Jefe de Estado y de Gobierno. Lamentable, pues EPN dirigirá el país durante cuatro meses más y aún recaen en él importantes decisiones que su sucesor no puede tomar ni como virtual ganador o presidente electo.

Es de entender que la gente está emocionada, por un lado, o exigiéndole que dé resultados ya por el otro, pero AMLO no es quien detenta la Primera Magistratura. Esa posición, hasta el 30 de noviembre, le corresponde a Peña Nieto.

 

Fracking: cuando el destino nos alcance

La semana pasada explotó como polvorín la noticia de que en diversos municipios de la Huasteca Potosina empezará la fractura hidráulica o fracking cuyo fin es extraer hidrocarburos del subsuelo. El fracking consiste en perforar un pozo vertical hasta que se alcanza un espacio en el suelo en el que hay gas o petróleo atrapados en los poros de la roca (llamados lutitas). A través de diversas perforaciones adicionales, cuando se ha localizado la lutita, se inyecta a la roca una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a alta presión y temperatura para forzar la salida de los hidrocarburos. Para mantener el proceso constante, se tienen que hacer más agujeros pues si no la producción de estos yacimientos decae.

El problema es multifactorial. En primer lugar, que ocupa mucho territorio; segundo, que requiere mucha agua (un solo pozo necesita entre 9 y 29 millones de litros de agua), disminuyendo su acceso a la población; tercero, se contaminan los cuerpos de agua, tanto subterráneos como superficiales; cuarto, hay afectaciones a la salud por la emisión de gases y la presencia de contaminantes en el vital líquido; quinto, se da el fenómeno de sismos antropogénicos (de origen humano); y sexto, el fracking ha sido relacionado con la afectación a otras actividades económicas, tales como la ganadería, la agricultura y el turismo.

Por tanto, la fractura hidráulica prevista para los municipios de Tamuín, Ébano, San Antonio, San Vicente Tancuayalab y Tanlajás es algo que tenemos que observar de cerca. Hay que acompañar a quienes no están de acuerdo y respetar a quienes sí lo quieren en esos sitios. Empero, hay que recordarles que no deben dejarse engañar por promesas de empleo, cuando es más lo que pueden perder a lo que podrían ganar de seguir estos planes al extremo opuesto de nuestro estado.

Salarios de la alta burocracia potosina

En redes sociales circula un video en donde se denuncia que a diferencia del salario que tendrá el próximo presidente de México, en San Luis Potosí los altos funcionarios de la administración pública estatal tienen emolumentos muy enormes. Así, por ejemplo, el gobernador Juan Manuel Carreras gana la nada despreciable cantidad de $185,999 pesos mensuales y sus secretarios (posición a la que se perfila, por cierto, el todavía alcalde de Matehuala, Everardo Nava) $165,000.

Y no sólo es así en el Poder Ejecutivo. Los magistrados y consejeros del Supremo Tribunal de Justicia perciben por mes $147,833 y los miembros del Tribunal Electoral Estatal se llevan $141,000. En el Congreso del Estado, cada diputado local gana $250,000 y la auditora superior $166,600 pesos.

Respecto a los órganos constitucionalmente autónomos, el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos recibe al mes $125,000; el comisionado estatal de Atención a Víctimas, $97,500. En la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública (señalada hace pocos años como la más ineficiente entre sus pares estatales), los consejeros devengan $125,000 y los consejeros del Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana la cantidad de $158,300 pesos.

Así pues, no es de extrañar que ante el anuncio de que Andrés Manuel López Obrador percibirá $108,000 pesos por su función de presidente de la República, cuando la asuma, haya tanta gente aquí y en otras entidades que reclaman lo mismo a nivel local. Veamos si prospera esta oleada de austeridad republicana.

 

Raúl Axel Mayorga Molina (San Luis Potosí, S.L.P., 1990) es estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México en la modalidad a distancia.

 

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición oficial de este medio.

Últimas notas