28 diciembre, 2016

El Cenit 6

Por: Rául Axel Mayorga.

Se acaba el año y sería obligatorio hacer un largo recuento de todo lo ocurrido, pero no. Eso sería ocioso, basta ya con haber sobrevivido este 2016 que evidenció la podredumbre del país y que el mundo no anda del todo bien; dirán los libertarios que nunca antes las personas habíamos vivido una época de tanta prosperidad y paz, pero esa concepción es parcial. Yo sostengo: nunca antes el mundo había sido más desigual e inequitativo, a la vez que pareciera que nos acercamos a una época como la previa a la Segunda Guerra Mundial.

En nuestro país en 2016 vimos, ya sin asombro, la desfachatez de algunos políticos corruptos y muchos cambios en el tablero político de la nación. México se le fue de las manos a Enrique Peña Nieto y ahora sólo navega estas aguas turbulentas a la espera de dejar su mandato y que el timón lo dirija otro. Sin lugar a dudas a este presidente le espera, ojalá, un juicio meticuloso de la historia, como un mandatario anodino, fracasado. Por otra parte, iniciando 2017, estaremos a 18 meses de las elecciones federales, la sucesión se empieza a orquestar en todos los partidos y niveles.

Para comenzar, el partido en el gobierno, es decir el PRI, aún no tiene una figura fuerte posicionada para contender por la Silla del águila; se habla de muchos y a la vez de nadie. Pareciera que todo aquel tocado por la administración peñista está condenado a cargar con la sombra del actual Ejecutivo: Osorio Chong lleva consigo la mala gestión al frente de la súper secretaría que le dieron en 2012 y con la que no ha logrado solventar los espinosos asuntos de Tlatlaya, Ayotzinapa, Tanhuato y otros miles de casos; Aurelio Nuño no ha podido con el puesto que en su día ocupó José Vasconcelos y el sector educativo está peor que nunca; José Antonio Meade Kuribreña sufrirá los descalabros de los mega gasolinazos de enero y febrero, que le pasarán factura al propio PRI y sus compinches satélites, el PVEM y el PANAL (al igual que los demás partidos que aprobaron la Reforma Energética.)

En el otro extremo tenemos al PAN, que desde el inicio de la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión se ha querido dar las de la gran oposición al gobierno, pero en los hechos sólo ha mostrado que siguen tan divididos como hace 5 años: que si Margarita Zavala (con Calderón detrás), que si Ricardo Anaya, que si Rafael Moreno Ovalle Rosas… todos quieren la candidatura blanquiazul y ninguno está dispuesto a ceder frente al otro u otra. Es una mentira que el PAN sea democrático en su régimen interior (si me lo preguntan, ningún partido lo es, todo es una orquestación de las cúpulas y las bases no cuentan verdaderamente con voz en ellos).

Y la izquierda, bueno, el PRD está agonizando, no es ni sombra del partido que fue en mi niñez, en la década de los 90 y todavía el decenio anterior. El único presidenciable es, como ya adivinarán, López Obrador, que está segurísimo que ganará en esta tercera ocasión y anuncia, mesiánicamente, el perdón a los miembros de la mafia del poder y el advenimiento, ahora sí, de la “república amorosa”. Los independientes, ya para acabar, no se muestran como una opción viable todavía.

Olvido que a nivel local ya tenemos (pre)candidatos y como reza el viejo adagio, vox populi, vox Dei. Nuestro alcalde, Pepe Nava, al menos por ahora no irá por la relección como munícipe, pero sí apuesta a que le den una curul local o federal y también está posicionando a su esposa (de ahí que la traiga en todos los eventos del Ayuntamiento de Matehuala y que el DIF municipal erogue considerables cantidades para posicionar a doña Estelita) y sino al menos una regiduría para uno de sus hijos. Ya después veremos si al alcalde se le hace que le den la senaduría (cosa difícil, pues se opone el gobernador a ello) para llegar a la cúspide siendo el primer gobernador matehualense, cosa que Sonia Mendoza no pudo lograr.

Bueno, Matehuala como muchos sitios tiene dinastías que han vivido del poder desde hace mucho tiempo, mamando de la chiche del erario (disculpándome ante el lector por dicha expresión, pero es indignante.) Hoy por hoy, la generación de mis padres intenta colar a sus hijos en la función pública, no porque deseen ser verdaderos servidores públicos, sino para seguir sirviéndose con charola de plata y servirse ellos en lugar de servirle a la ciudadanía. ¡Qué descarados mis queridos contemporáneos y sus papis!

¡Hasta la próxima!

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