Son las 7 a.m. y tengo que salir de mi casa.

Por Yoscelyn Leyva Bustamante

«Aún es invierno, la señal de los primeros rayos del día comienzan a hacerse notorios y la luz entra por mi ventana.»

Tengo que correr para alcanzar mi transporte a tiempo, mientras me dirigo a la escuela, al fondo puedo escuchar la radio, está mañana el tema de conversación principal fue: ¿está usted a favor de la legalización del aborto?.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS):

Diariamente mueren 830 mujeres debido a complicaciones en el embarazo y el parto. La mayor parte de esas muertes pudo haberse evitado.

El 75% de las principales complicaciones son causadas por:

-hemorragias graves (generalmente tras el parto).

-infecciones (generalmente tras el parto).

-hipertensión gestacional (presión arterial alta).

-abortos peligrosos.

10 a.m.

Mi transporte se detiene, al fin he llegado a la escuela, comienzo las clases, cuando nuestro profesor empieza hablar sobre la importancia de denunciar la violencia sexual entre parejas, en ese momento, recordé que hace días vi a una de mis compañeras llorando en el baño por su novio. Yo solo escuchaba rumores por los pasillos:

.-De seguro está llorando porque su novio está saliendo con alguien más, es una dramática.

Pero la verdad era que esa chica lloraba con desesperación, pero en serio que lloraba, porque su novio la golpeaba y ella no podía dejarlo, porque semanas antes la había amenazado.

1 p.m.

Al momento de volver a clases comenzamos a hablar sobre una mujer científica mexicana la cual su vocación por los seres vivos surge por los recorridos dominicales, con sus padres.

Hablamos de Helia Bravo Hollis, nació el 30 de septiembre de 1901 en la ciudad de México. Fue naturalista, botánica, profesora y científica. Estudió biología en la Escuela de Altos Estudios, para posteriormente graduarse de maestra en Ciencias Biológicas en la UNAM.

Se convirtió en la promotora del Jardín Botánico de la UNAM, fundado en 1959, y que ella misma dirigió durante la década de 1960.

En 1951, fue cofundadora de la Sociedad Mexicana de Cactología.

5 p.m.

Acabo de recibir un mensaje de una amiga, diciéndome que nadie ha podido ayudarla con un problema de violencia intrafamiliar; el día que su padre la golpeó demasiado, fue cuando decidió ir con un psicólogo y poder mandar una solicitud, lo cual le comentó a su madre pero ella se negó; lo único que le quedó fue realizar una orden de restricción hacia ella, sus hermanas y su madre, lo cuál no lo pudo hacer porque no tienen a nadie más en donde puedan vivir.

8 p.m.

La noche comenzaba, las luces de los postes apenas iluminaba las calles, llegué a la parada de mi transporte, donde el último rastro que vieron de mi, fue el despedirme de mis amigos antes de comenzar a caminar hacia mi casa. Pero no será el último rastro que dejaré.

Son las 7 a.m. y todavía no llego a casa.

El último será cuando por fin pueda decidir sobre mis derechos sexuales, sobre mi cuerpo; cuando tenga la fuerza suficiente para hacer las cosas por mi sola;  cuando mis amigas, mis hermanas nos encontremos fuera de la violencia; cuando pueda lograr un cambio en el mundo; cuando sea una mujer de ciencia; que todos unamos nuestra voz y fuerza, no solo por nosotras, si no por las demás que se encontraron en está situación, por las que están en una y para que nunca, ninguna otra mujer tengan que pasar por algo así.

Entonces así, mi último rastro será hasta que mi madre agote todas sus fuerzas por gritar mi nombre todos los días desde la noche que desaparecí. Hasta que la última madre de alguna chica, agote todas sus fuerzas, hasta que todas agotáramos nuestra voz, será ahí cuando habremos perdido todas las mujeres.

(Un agradecimiento especial para las chicas que quisieron compartir sus historias.)