La política. En el estanque de aguas turbias y negras.
26 febrero, 2024

Hábitos incognoscibles

Por Alejandro Contreras

Procuro medir una distancia prudente por medio de la lectura de algunos diarios y portales, para acercarme al tema que acapara todo lo que puede. “Elecciones mexicanas”. Cuelga, en uno de sus titulares el diario El país.

Me aproxime a mi laptop para trabajar en una columna, recordando la sentencia que dejaba ver hace unos años un escritor mexicano: “Quien va de vez en vez, frecuentando la lectura, inevitablemente termina visitando ese lugar donde las ideas continúan y con suerte buscan sobrevivir. La escritura. En mi caso, la prensa. Advertido estabas, decía tanteando algunas teclas.

La apuesta. Más de 20 mil cargos de elección popular en todo México. 98 millones de mexicanos (cifras más, cifras menos) tienen lugar para acudir a las urnas y participar en una jornada electoral que dictará la renovación del tablero político durante algunos años.  

En San Luis potosí, también se encarrilan las aguas hacia ese estanque. 58 municipios, renovaran alcaldías. Sus candidatos, aspirantes, suspirantes, a los que dejaran solo viendo y demás creaturas, buscan jugarse el todo por el todo y al costo que les alcance por una gota de esa agua incierta.

Ha resultado interesante ver poco a poco el registro de los contendientes a alcaldías. La incertidumbre del escenario político echaba a volar la imaginación, se anotaban y descartaban nombres. Ahora con las publicaciones de algunos registros se muestran triunfantes imágenes de quienes buscan definir su candidatura. Algunas frases buscan hacer eco y otros balbucean sus logros como si medallas de guerra se trataran.

La controversia no se hace esperar. Escribe el diario Astrolabio, sobre el registro del polémico José Luis Romero Calzada “Tecmol”, a la precandidatura del PAN en Ciudad Valles. Diferentes sectores y actores de la sociedad llaman a esto chapulineo partidista. Pero ante tales percepciones, el precandidato menciona “Yo no lo llamo chapulineo, yo lo llamo que vamos en búsqueda de nuestros sueños a hacerlos realidad. Hoy regresamos a casa más fuertes que nunca”. Lo que sea que eso signifique, parece que será la ideología con la que busca sostener su participación.

Sobre las imágenes de estos participantes hay varias que llaman mi atención, algunas en la huasteca, otras en nuestra capital y con mayor fuerza en Matehuala. A muchas de estas fotografías que publican en redes las domina un lenguaje no verbal; las encuentro tejidas con una palabra, un sentimiento, un deseo. Ambición.

Me auxilio en el diccionario que define la palabra ambición de la siguiente manera:

“La ambición (Del latín ambitĭo, -ōnis) es el deseo ardiente de poseer algo que no se tiene, especialmente riquezas, famapoder u honores”.

Tan frío y solitario es el vacío de querer poseer lo que no se tiene, que ese deseo, queda de manifiesto en las imágenes que propagan con sordez y ceguera en sus redes sociales. Vi a hombres y mujeres de Matehuala llover sus deseos sobre la ciudad con esa ambición. Llenando ese estanque del alma, con codicia.

Fue la novela “el zarco” del maestro y periodista Ignacio Manuel Altamirano que me enseño a describir como se ve esa ambición y esa codicia en el siguiente fragmento:

“… Si en aquella noche silenciosa, en medio de aquella huerta oscura y solitaria, alguien, acostumbrado a leer en las fisonomías hubiera contemplado a aquella linda joven, mirándose en las aguas negras y tranquilas del remanso, alumbrándose el rostro con la luz opaca de una linterna sorda, y gesticulando para darse los aires de una gran señora, al ver aquella fisonomía pálida, con los ojos chispeantes de ambición y de codicia, con los cabellos desordenados, con la boca entreabierta, dejando ver una dentadura blanquísima y apretada…”. Y sentencia Altamirano:

“… de seguro que habría encontrado en esa figura singular, algo de espantosamente siniestro y repulsivo, como una aparición satánica. No era la Margarita de Goethe, mirándose en el espejo, con natural coquetería, adornada con las joyas de un desconocido, sino una ladrona de la peor especie, dando rienda suelta a su infame codicia delante de aquel estanque de aguas turbias y negras. No era la virtud próxima a sucumbir ante la dádiva, sino la perversidad contemplándose en el cieno”.  

Así también la perversidad se contempla delante de aquel estanque de aguas turbias y negras conocido coloquialmente como la política.

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