EL RINCÒN DEL MAGO
XVIII. Andrés Manuel llegó con 53%
Abelardo Medellín Pérez.
Han pasado un par de días desde las elecciones, por fin concluyeron, y de entre todas las cosas muy distintas que podemos decir la primera tendría que ser: ¡gracias por terminar con la insufrible campaña! Después quizá respiraríamos con tranquilidad, prenderíamos el televisor sin miedo a las horas y horas de comerciales proselitistas de cada partido. Sin la cumbia de Pepe Meade, sin las canciones autóctonas de Anaya, sin las niñas bien. Tanto fuera del mundial como de las elecciones, sentimos el estrés de la “espera” descansado. Sentimos que lo esperado por pasar, ya pasó, y así es: quien debía perder perdió, y “ya saben quién”, ya ganó.
Bueno, por un lado, ganó, sin embargo, pide esperar a la resolución oficial antes de aceptar condecoraciones o iniciar su, ya sexenal, toma de protesta que, “ahora sí se los juro y se los perjuro”, será legítima. Con un margen del 53% en los comicios, una ocupación de 74 puestos en el Senado y 305 en la cámara de diputados, la coalición “juntos haremos historia”, parece ser la magnánima vencedora en esta guerra de secuestradores, videos plagiados y estafas a hacienda al descubierto.
Entonces, el mártir preferido de México ha ganado y, a diferencia de algunos de sus representantes, ha llegado hasta donde está sin llorar, ha llegado a saludar al presidente en turno, ha recibido la noticia con calma, ha presentado sus intenciones y sus expectativas. Fue vitoreado, se quemó en el aplauso de la gente como “el buen gobernante”, como aquel que un zócalo lleno esperaba con ansias, vanagloriado con las declaraciones de derrota por sus ex oponentes; esperanzado, apoyado, votado.
Y cuando la nube de festejo y credibilidad democrática se esfuma, dos días después de que amenícese entre rojo y moreno el cielo, ¿qué nos queda?, ¿redes sociales devastadas entre; los fundamentalistas que, allende de ganar, agreden a quienes ahora serán la oposición del régimen; y los desinformados ciudadanos que siguen atacando a un puntero que ya está del otro lado, pero insisten en agredir a su electorado?, ¿nos queda acaso un panismo dividido y ahora en manos de Damián Zepeda?, ¿un Nuevo León cuyo “chapulín más grande del norte” vuelve para tratar de disculpar la ausencia?, ¿un PRI achicado y retrocedido que ahora buscará como resurgir de la tumba abierta?
Nos quedamos nosotros. Todos los consientes sabían lo mismo: ganara quien ganara, había que ir a trabajar, a cargar gasolina, a comprar la comida, llevar los niños a la escuela, estudiar para eso que te apasiona, hacer lo que hay que hacer. Solo estamos nosotros para nosotros mismo, y muy a pesar de eso, si tú eres de los que están comprometidos con la sociedad y te consideras un ciudadano responsable, existen, efectivamente, un par de cosas que debemos comenzar a prever antes de que, en diciembre, ocupe la silla presidencial aquel quien derrotó a la mafia.
Para empezar, si votaste por AMLO: ¿te parece aun justo que tenga entre sus filas del partido a personas como Bejarano, Ebrard, Napoleón Gómez Urrutia, Elba, Esther, Acosta, Romo, Muñoz Ledo, Carla Brugada, Layda Sansores, Eva Cadena, Padierna?, ¿de verdad, la misma clase política que, pareciese, representar valores de partidos oficialistas, te parece justo que pertenezcan a una “transformación”? De ser así, tu mismo movimiento solo busca solicitarte una cosa: si pasa algo que no te parece adecuado para la gobernabilidad, quéjate pensando que es la mafia del poder, del imperio o lo que sea, pero quéjate, alza la voz, hazlo con información y criterio. No te quedes callado solo porque fue tu candidato y lo tienes en el carro, el paraguas y la taza de café.
Si no votaste por el flamante nuevo jefe del ejecutivo: vas a ser ciudadano de una nueva oposición empequeñecida, oposición de un proyecto que en ningún momento de la campaña estuvo bien definido, por tanto, desconocido. El país va a necesitar que no te emancipes de lo que ocurra, que seas comprometido. En bien, para que hagas valer tu voz. En el error, para que hagas valer tu ciudadanía y derecho de réplica contra las autoridades. Tal y como se ha hecho con quien ha estado.
Ese es el secreto; comprometernos a que, si algo hace mal, vamos a estar ahí para ser críticos, para marchar, aunque no nos convoque MORENA. Debemos demostrar que, si está en el poder, es porque la mayoría estuvo de acuerdo en que así fuese. Desenamórense de las promesas de campaña, comencemos a prevenir còmo daremos seguimiento a que se cumplan en los primeros cien días. Nos cuidamos tanto de la historia detrás de un PRI hegemónico y un PAN violento, pero no perdamos la vista de lo siguiente: aunque sea más conocido el diablo por viejo que por diablo; ni cambiándose la edad y el color deja de ser DIABLO, o como lo conocemos en México: el PRI.
El rincón ha sido acusado de ser tan anti – morenista como un chiste de Jorge Castañeda. Sin embargo, más allá de estar contra un proyecto de nación, el rincón está a favor de la ciudadanía bien informada. De aquellos ciudadanos que muestran su descontento con datos y no con “twitazos” de su “influencer” preferido. Por los mismos motivos, y conociendo a la clase política mexicana, no esperamos nada de los políticos, esperamos, en mejores términos, TODO de la gente. Que sean comprometidos, no piensen como MORENA: la corrupción no se perdona. No piensen como el PRI: la verdad no se esconde. No piensen como el PAN: pisotear los derechos de los demás, no es una opción para llegar a la cima, es un descaro. Piensa como tú, y si piensas que algo está mal, dilo. Pero no solo en internet, dilo con tus manos, con tus pies, con tu voz en alto, con tu diputado local, con el encargado de alumbrado público. Dilo con acciones.
Esperamos que así sean los ciudadanos. De los políticos: que la amnistía en serio no sea impunidad, que el estatismo de México no sea una realidad, que lea dos libros de “inglés para Dummies”, que no cierre fronteras de negociación, nada de venganzas políticas, pero tampoco perdón por encantar a los de arriba. Nada de hacerle el feo a los banqueros ni a los empresarios. Nada de lugar en la Universidad sin examen, falta de respeto total para los mexicanos preparados y comprometidos. Nada de abolir la reforma educativa, sería ir en contra del 70% de la aprobación pública hacia ella. No vender bienes del Estado, ni para lucir “buena onda”, pregúntale a cierto diputado de S.L.P como le fue cuando regaló becas. Nada de perdonar secuestradoras o engrandecer ex futbolistas en las filas de la coalición, tienen un gabinete ampliamente preparado y aceptado, dale honor a quien honor merece; y “cuello” a quien robe o a quien le haga falta para disimular la joroba.
Por último, y esto es tanto para el gobierno en puerta como para los ciudadanos que le ayudaron a subir a donde está: la reelección esta prohibida. Por más que quiera ser igual a Juarez, este es el siglo XXI, y la “no reelección” no es ya un capricho: es una necesidad para regular los poderes que nos regulan a nosotros. Los dos sexenios que le debían, no se le pueden regresar en abonos sexenales nuevos. Así que nada de absurdos supuestos, y que ni se le ocurra mandar alguna propuesta de estás a sus, recién lubricadas, cámaras que aceptarían sin queja sus peticiones y sueños guajiros.
Esperamos en la nueva mano alta del país, ese buen presidente que él ya cree ser.
Y mientras esperamos todo esto, con algunos meses que nos separan de los años clave, una vez más, nuestra patria solo nos pide ser críticos. Los desastres llegarán, no será culpa de nadie, así es el vaivén de vivir en un país igual al nuestro, y cuando estas crisis lleguen, la postura del nuevo ejecutivo definirá las acciones que, los ciudadanos, debamos tomar.
Nos quedamos nosotros. Se queda el rincón para acompañar a este sexenio donde el PRI será oposición, la izquierda está en el poder, PROCESO es oficialista, los llamados “Chairos” ahora adoran a Los Pinos y todo está al revés. Todo estará como tenga que estar, sin embargo, sigue siendo México, y este país no saldrá adelante con una cabeza cana milagrosa, saldrá adelante con nosotros aprovechando lo que hagan bien arriba, eludiendo lo que hagan mal, cuestionando lo que no hagan. México es quien votó, no por quién votaste.