A la sombra de la educación mexicana
10 septiembre, 2018

EL RINCÒN DEL MAGO

A la sombra de la educación mexicana

 

Abelardo Medellín Pérez.

 

Un ambiente de tensión y memorias agrias comienza a invadir el aire de nuestras instituciones. El problema es que, esas personas encargadas de ser subversivas y ponerse de pie ante las injusticias, aún no han sido avisadas sobre el dilema que está a su alrededor. Los jóvenes vuelven a ser el común denominador en las épocas de cambio, pero ¿nuestros estudiantes y jóvenes están preparados para alzar la voz?, más importante, ¿quieren hacerlo?

Vemos un movimiento multitudinario en CU en Ciudad de México y nos conmueve el corazón entendemos que tienen una causa, que luchan por algo, comprendemos que tienen una conciencia y actúan en consecuencia. ¿Dónde están los demás?, ¿dónde están los estudiantes de todo México que deberíamos tomar posición ante la ola de violencia que han sufrido nuestros compañeros?, ¿dónde están las voces que señalen las injusticias, ya sean en otro estado, o en nuestras propias aulas y espacios?

Las conciencias de la juventud son un musculo de la sociedad, y como toda masa muscular, solo estirándola y ejercitándola podrá ser más fuerte. Vivimos en un momento histórico en el que aún conociendo las injusticias solo nos posicionamos contra ellas a través de redes sociales. A saber, una reacción de disgusto o enojo no hará la diferencia. No necesitamos más activistas de sillón, no necesitamos más páginas de memes que trivialicen los problemas que para otros son reales, en serio… no necesitamos más jóvenes diciendo “que lástima” e inactivos a su vez.

La generación que entre necesitará una vida juvenil crítica y pensante. Sí, que alce la voz contra los actos de hace cuatro años en Ayotzinapa, pero que también sepa que no fue el gobierno del PRI el culpable, sino un servidor público perredista y su gremio protomorenista. Requerimos una juventud que entienda desde le inicio que una marcha muestra inconformidad, sin embargo, si una marcha sirviera para cambiar las bases de lo profundo estarían prohibidas desde hace mucho tiempo.

La educación y el Estado en conjunto están obligadas a dotar a los jóvenes de nuevas herramientas para cambiar sus espacios. Las escuelas sin los estudiantes no son nada, si ellos consideran que una autoridad esta violentando sus derechos o gestionando incorrectamente, deberían estar facultados para retirarla de su cargo. Los de arriba no deberían encerrarse en cupulas intocables y nosotros como estudiantes no debemos soportar sus arbitrariedades que nos afectan de una u otra forma.

No tomar camiones; sí generar nuevos grupos estudiantiles. No hacer paro de labores; mejor presionar porque las labores sean mejores para nosotros. No buscar que el estudio sea una actividad sencilla; sino retadora para el intelecto y justa en cuanto el acceso a ella. La violencia que hemos vivido como generación no es coincidencia, alguien (o quizá varios) nos están mandando un mensaje desde sus altos puestos, ¿entendemos lo que intentan decirnos?, ¿ya descubrimos quien es el eslabón débil?, ¿sabemos que tenemos que exigir ahora?

El rincón es un espacio donde se espera con ansias la llegada de esos nuevos caminos por donde los jóvenes conseguirán un Estado en paz, una educación justa, un país de libertades, la oportunidad de crecer sin pensar que las personas son dinero y las aspiraciones son sueños guajiros.

Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”, decía Salvador Allende con respecto a la acción social. Tenemos que dejar atrás la indolencia y la ignorancia ante las nuevas injusticias que nos esperan a la vuelta de la esquina, como ciudadanos, estudiantes e hijos de la misma generación. Ante todo, debemos tener bien presente que la escuela no es sinónimo de educación, y que el estudio es uno de los bastiones fuertes de la rebelión contra un sistema que nos busca sumisos.

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