BOSQUES DE HADAS… XILITLA
Por Alejandro Contreras Ramírez
Hablemos hoy de lo que es real… hablemos de nuestros bosques de hadas.
Me encontraba abriendo mi oficina, ese lugar que siempre se encuentra inundado por un olor a cedro rojo gracias a los muebles que tenemos, principalmente por el escritorio y el sillón que me regaló mi padre.
El día pintaba para ser tranquilo y de pronto, un grito rompió la calma, ¡ingratos! Se oyó decir a una voz femenina, desconcertado, me acerqué a la ventana para buscar el origen de aquella declaración.
La escena era inverosímil, en un templo del desierto, anclada a una de sus torres, una figura femenina se sostenía con firmeza, un par de alas le brotaban de su espalda y un traje percudido la envolvía, ¡asesinos! Reclamaba con el corazón destrozado.
Todos la mirábamos con un sentimiento de frustración, una criatura tan hermosa, tan lastimada; algo hicimos mal ¿pero qué fue?
Con lágrimas en los ojos aquella criatura se desprendió de la torre para emprender un viaje eterno, un viaje de alguien que ya no tendrá un hogar. La indiferencia nos está matando, pensé para mis adentros, la ambición ha sido sembrada en el corazón del hombre por la corrupción que quiere verse como un estilo de vida, como un acto justificable y esto nos condena fatalmente.
En nuestro estado, en las montañas del Este, en lo alto de la enigmática huasteca, existe un bosque de niebla también conocido como bosque mesófilo de montaña, bosque nuboso, fairy forest (bosque de hadas) o elfin forest (bosque de duendes). Se lo podrán imaginar, un lugar mágico y sin exagerar todo un reino ecológico que alberga infinidad de especies vegetales y animales que han aprovechado este inmenso espacio de naturaleza, en donde los ríos, arroyos y mantos acuíferos han sido nutridos por este cuerpo ecológico, sin lugar a dudas este espacio vale más vivo que muerto.
Una caravana de duendes entró a la ciudad del desierto, buscando refugio de una guerra innecesaria, de un ecocidio, preguntándose de dónde el hombre saca tanta indiferencia, los duendes gritaron -¡homicidas! !corruptos! ¡traidores! ¡suicidas, ustedes viven de la naturaleza! ¿Qué clase de monstruo decreta la destrucción de un ecosistema?, ¿quién puede construir algo mejor a lo que construyó ahí la naturaleza en milenios? ¿qué puede tener una función más importante en ese sitio?
Talar más de 2 mil hectáreas de bosque es un holocausto, el impacto que causaría esto es mortal, ¿Aún podemos detener esto? Preguntó un niño a los duendes, el duende más anciano le dijo, sí, pueden detenerlo, ustedes son reales, háganlo por favor.
Citando al gran cronista de México, Carlos Monsiváis “Yo vivo a fondo leyendo poesía, escuchando música, analizando procesos de una realidad extraordinaria”. Soy Alejandro Contreras Ramírez, soy Lic. en Bioquímica y también soy un observador incansable de la sociedad y sus características, lo cual, me convierte en un intérprete y admirador de ella.