De la violencia machista al feminicidio impune
Por Rocio Hernández Avila.
Mara, joven estudiante de Ciencias Políticas de la UPAEP salió a divertirse como cualquiera lo hacemos. Pidió un transporte que pensó seguro -“Cabify”- para llegar a casa pero sus precauciones no le valieron porque días después fue encontrada envuelta en una sábana -no muerta: asesinada, víctima de feminicidio-. Karen Castilla, hermana de Mara, relató cómo al parecerle anormal el tiempo del recorrido de su hermana a casa, ella misma dio aviso a la empresa sobre la situación. Esto nos hace pensar que si existiera un protocolo de emergencia de la empresa para evitar delitos contra sus usuarias y usuarios así como de sus socios Mara estaría con vida ¡pero imposible en México!
Todo parece indicar que Cabify -empresa que vende seguridad en el transporte- no investiga el historial de sus socios, de ser así sabrían que Ricardo Alexis “N”, el feminicida de Mara había sido expulsado de UBER por conductas inapropiadas y por incumplir protocolos, según señalan algunos diarios. Karen Castilla también señaló que dio aviso a las autoridades las cuales se tardaron horas en seguir un protocolo citando a declarar a amigos de Mara cuando ella declaró que el último en verla fue el chofer de Cabify. El feminicida Ricardo Alexis “N” se presentó de manera voluntaria y se retiró de las instalaciones de la procuraduría. Dos días después fue aprendido, mientras Mara ya llevaba 72 horas desaparecida. Las investigaciones resolvieron que Mara se quedó dormida en el trayecto de la fiesta a su casa, que su feminicida la llevó a un motel, (esto fue corroborado con los vídeos del motel) y que ahí le quitó la vida, motivo por el cual en el cuarto del motel faltaba una sábana, misma que cubría el cuerpo de Mara que fue abandonado al sur de la capital poblana.
En vida, Mara criticó la forma en la que se exponía a las víctimas de feminicidio en México, participó en el ejercicio de redes sociales por el feminicidio de Lesvy “#SiMeMatan”, Mara advirtió “#SiMeMatan van a decir que fue porque me gustaba salir y tomar cerveza”. Esta advertencia de manera terrible se hizo realidad. Los medios no tardaron en responsabilizar a Mara por haber salido de fiesta, por haber bebido, por haber regresado a casa sola, como en su momento lo hicieron con Lesvy cuando de manera dolosa -más que irresponsable- informaron que Lesvy no era alumna de la UNAM y que esa noche había consumido drogas antes de “morir”, como ellos dicen, para ocultar que nos asesinan. Lo que no dijeron y se reveló en un vídeo fue que su pareja tenía antecedentes penales y había golpeado a Lesvy minutos antes de su asesinato, el informe oficial concluyó que ella misma se había ahorcado con el cable de un teléfono público frente a su pareja. Hablan de suicidio y no de feminicidio, parece que aun capacitadas y capacitados las y los ministerios públicos no saben, no pueden o no quieren integrar investigaciones por feminicidios y el discurso seguirá siendo que las mujeres somos culpables de nuestros asesinatos y de los crímenes contra nuestros cuerpos. Lesvy, Mara y el fin de semana siguiente dos mujeres más en Ciudad Juárez, una niña de 5 años encontrada asesinada y violada, “la niña de los calcetines rojos” la llamaron pues nadie reclamó su cuerpo, niñas no identificadas, presumiblemente víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual. Todas ellas suman las más de 1277 mujeres asesinadas en lo que va del año y el error de todas, es el sólo hecho de ser mujeres.
La mayoría feminicidios impunes, pues las instituciones encargadas de proveer justicia son misóginas, porque es un delito más grave caminar sola en las calles, vestir “provocativamente” y beber, que violar, golpear o asesinar mujeres, si no lo creen pregúntenle a la subprocuradora de delitos sexuales de San Luis Potosí quien condenó a mujeres a ser responsables de sus propias violaciones. Las mujeres siempre son las presuntas responsables y jamás se ha castigado a concesionarios del transporte público por los delitos que se comenten contra mujeres y que debe ser su responsabilidad evitar en sus unidades. Importantes medios de comunicación le abren los micrófonos a violadores como Perelló y misóginos como Zurita que se encargan de perpetuar la lógica de que las mujeres merecemos ser violadas o peor aún que lo agradecemos y lo disfrutamos. El patriarcado teje fino sus alianzas, así, hay un entramado a lo largo y ancho del país para negarle la seguridad y la justicia a las mujeres, como pasó en la marcha de mujeres el pasado 17 de septiembre donde una mujer reconoció a su violador pero policías le ayudaron a huir o cuando en redes se encargaron de defender la agresión de Jenaro Villamil cuando penetró sin consentimiento (utilizo estas palabras con plena conciencia de lo que quiero transmitir) en un contingente de mujeres aún cuando le negaron el acceso pues él, como todos los hombres, tenía la opción de marchar en el contingente mixto.
En México gritar #VivasNosQueremos nos hace constantemente blanco de continuas críticas y agresiones, como si pugnar por nuestra seguridad y nuestras vidas nos convirtiera en personas egoístas, nos llaman exageradas por denunciar el acoso callejero. Acá los hombres no nos permiten ser feministas sin la burla, sin señalarnos de radicales, violentas, separatistas… Y yo defiendo el derecho de serlo en un país en el que nos están matando todos los días impunemente.
Rocío Hernández Avila Feminista siempre. Egresada de la Facultad de Derecho de la UASLP. Colaboró con el único Refugio para mujeres y sus menores hijas e hijos víctimas de violencia extrema en el Estado del 2009-2015. Miembra del Colectivo Praxis Combativa-MLN, organización de promoción y defensa de DDHH.