El pasado sábado 30 de noviembre se celebró el evento literario denominado; “Foro literario: Voces Unidas por la paz” en el patio central del Centro Cultural, Palacio Municipal ubicado en la Plaza de Armas de la ciudad de San Luis Potosí.
En este evento se presentó la antología “Voces Unidas por la Paz”, donde participaron poetas nacionales e internacionales. Cabe destacar que a las 19:00 horas se realizó un acto solemne del Toma de Protesta de la Directiva de la Academia de Literatura Latinoamericana de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística en SLP, ante la presencia de distinguidas personalidades del ámbito cultural y social del estado de San Luis Potosí, así como de los participantes que proceden de San Luis Potosí y de otros Estados de la República Mexicana.
El matehualense Israel Mendoza Vázquez tuvo una destacada participación en el evento, leyendo dos poesías de su autoría tituladas ” La arena entre sus dedos ” y “Elegía a la Paz” que a continuación les compartiremos
LA ARENA ENTRE SUS DEDOS
La arena resbala entre sus dedos
que han dejado de apresarla;
briznas de hierba vuelan quedamente,
escena en cámara lenta
como de pesadilla inenarrable.
Lenguas de fuego en el horizonte,
cobrizas nubes en lontananza,
una parvada de codornices
asusta al viento del desierto;
un atardecer como de ensueño.
Entre las piedras una culebra
se desliza silenciosa y furtiva,
cantos de torcazas que llaman
con ecos de caracolas al tiempo
para recoger la tarde en sus nidos.
Palmas majestuosas con sus coronas,
nopales con guantes de seda verde,
órganos como manos señalando al cielo,
biznagas que estallan en flores,
bellezas de desierto en acuarela.
Pero ella está quieta como una paloma
porque un troglodita acalló sus sueños.
Gritemos que no, que esto no es cierto;
¡No más muertas en mi patria insomne!
¡No habrá paz bajo el cielo mientras esto ocurra!
ELEGÍA A LA PAZ
Cesarán las bombas de caer sobre los pueblos,
los presidentes que por nada provocan guerras,
ya no hilarán discursos de odio y hecatombe;
acabarán los silbidos engañosos de las balas
que se disfrazan de dulces melodías, pero de muerte.
Ya nadie dirá que mata en nombre de su dios,
y sus dioses no tendrán calma hasta que cesen
los horrores que en su nombre se perpetran
o se endosan a su nombre por nefastos asesinos
de todos los colores, aunque recen mientras matan.
En nuestros pueblos, aquellos que parecen gozar
con el estipendio de la sangre de mil formas derramada,
como sacerdotes de ignominia en la piedra de los sacrificios,
al fin admitirán que el exterminio tan cruel de sus hermanos
no los conduce a ningún sitio, salvo al túnel oscuro de la nada.
Florecerán azucenas, lirios, rosas en los sitios de los caídos
en las manos de los impúdicos oficiantes de la muerte
en los corazones de los alentadores de las guerras
en las arengas de exterminio vertidas en todos los lenguajes
y al fin, en las manos de los niños, hoy inocentes víctimas del odio.
Brotarán mariposas de cada tumba y aun de las fosas clandestinas
con signos pintados en sus alas, no con otra palabra inusitada o extraña
que aquella que hoy ansiamos, de tres letras conformada (la paz, tan anhelada)
que al fin arribará a este mundo, una vez que desde el fondo
de nuestra alma esperanzada pronunciemos y vivamos el amor.
ISRAEL MENDOZA VÁZQUEZ