EL CENIT
Por: Raúl Axel Mayorga Molina*
La temprana guerra sucia
Es año electoral y ello ha abonado a que en el espacio público se esté cerniendo una tensión palpable entre el electorado, el Estado y los diferentes actores políticos. Creo que dadas las circunstancias que atraviesa el país, no muy diferentes a las de 2011 – 2012, pero sí evolucionadas respecto al aumento de la inseguridad, la incertidumbre económica y la irresponsabilidad política de los representantes populares, auguran una guerra sucia por el poder, entre aquellos grupos que se aferran a él y otros que lo pelearán. No, no hablo específicamente de una lucha, es decir la de la Presidencia de la República, si bien entra en esa pelea mezquina en la que los ciudadanos casi no tenemos incidencia (votar, como se verá, es un acto de fe, que legitima a las instituciones), sino de que, en todos los niveles, el poder será peleado con actos viles y serán aquellos que señalen las corruptelas e irregularidades los primeros en ser atacados.
La semana pasada, el director general de Arco Informativo, José Ismael Leyva, fue blanco de amenazas y circuló en las calles un libelo atentando contra su honorabilidad. De lejos sabemos que este es un flagrante ataque contra la libertad de expresión, contra un medio y periodistas que se han atrevido a destapar la profunda cloaca de la administración pública local. A decir verdad, mi opinión es que ya se estaban tardando; yo mismo fui objeto de la amenaza de un tristemente célebre funcionario público, a quien no voy siquiera a mencionar ahora, aunque ello en una medida mucho menor que la del ingeniero Leyva. Me indigna, personalmente, que se quiera obstruir la labor tan loable de un medio que, sin filias, fobias ni los vicios de los demás medios locales, ha creado periodismo crítico y de investigación en un lugar que tanto lo necesita como Matehuala. Pero, precisamente siendo este un sitio algo reducido, comparado por ejemplo con la capital del estado, es que se dan estas formas y modos y aflora lo más rancio y sucio que hubo en el pasado para acallar la labor de los comunicadores que divergen de la opinión oficial.
Esperemos que las autoridades correspondientes hagan lo propio: proteger la libertad de expresión y de difusión de las ideas. Los periodistas enfrentamos un reto y este país es el más peligroso para ejercer la profesión. Sin embargo, si cedemos le hacemos comparsa a aquellos que le temen a la transparencia y gravitan entre neblinas no tan opacas como quisieran.
Halloween: llegó para quedarse
Puede que el subtítulo anterior no le agrade a muchas personas, pero lo cierto es que el Halloween llegó para quedarse. Pecan de ignorantes quienes en su visión reduccionista del mundo dicen “es que es una cosa del demonio”, “los niños adorarán a Satanás”, “no forma parte de nuestras tradiciones”, etcétera. Empero, aunque no lo crea, ya lo es.
Dado que convivimos con un país angloparlante, el coloso norteño (des)gobernado por Donald Trump, sus tradiciones y las nuestras convergen y dan pie a nuevas, algo que se llama aculturación. Ellos nos dieron McDonald’s y nosotros los tacos, nos han dado música y nosotros hemos ofrecido nuestro folclor. Este proceso, es necesario apuntar, no es voluntario ni individual, es algo que le ocurre a las poblaciones sin que pueda haber algo que lo detenga con facilidad. Así, como hay gente que alega que este y otras cosas estadounidenses no nos pertenecen, también hay personas allá que pregonan una peligrosa latinización de su cultura.
Pero bueno, el Halloween tiene casi el mismo significado o fin que el Día de Muertos; de origen celta, resultó del sincretismo surgido de la cristianización de antiguas fiestas paganas que celebraban el equinoccio de otoño y el inicio de las cosechas antes de la llegada del invierno (recomiendo leer “All Hallows’ Eve” de la BBC [en inglés]). Pero, como todo lo desconocido, ha sido tildado de demoniaco y herético.
Aun así, eso no evitará que cientos de niños mañana se lancen a las calles a pedir dulces, vestidos algunos con coloridos disfraces, otros con el rostro pintado siquiera. Nuestros prejuicios no deben nublar nuestras mentes y aguarle la fiesta a quienes inocentemente sólo quieren pasarla bien.
El Halloween, como dije antes, llegó para quedarse y con el tiempo seguirá adoptando muchas de las características de nuestras propias celebraciones y se integrará a lo que llamamos “lo nuestro”, pese a su origen extranjero. ¿Qué acaso no eran extranjeros los europeos que llegaron hace cinco siglos a estas tierras? La diferencia yace en que sus creencias fueron impuestas a sangre y fuego a los pueblos indígenas y ello dio como origen nuestra idiosincrasia, rituales y fiestas.
–
Muchas gracias por leer y compartir esta columna. Espero sus comentarios, ¡hasta la próxima!
*Estudiante de Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM. Trabajador de la Educación. Activista, poeta y catlover.