18 abril, 2018

EL CENIT

La fatiga

Por Raul Axel Mayorga Molina

 

Recuerdo los días más o menos claramente. Hace 12 años estudiaba el segundo semestre del bachillerato, tenía 15 años (casi 16) y el país se encontraba muy polarizado por las elecciones presidenciales. López, Calderón, Madrazo, Mercado, Campa… de esos apellidos sólo recordamos (la mayoría) los dos primeros: porque López Obrador perdió por estrecho margen y porque Calderón Hinojosa fue investido presidente en un halo de ilegitimidad al haber sido cuestionado su triunfo. Parafraseando al expresidente panista: “haiga sido como haiga sido” él ganó y gobernó en un sexenio violente y rojo.

Aún recuerdo hace 6 años, cuando Enrique Peña Nieto, otrora gobernador del Estado de México, se postuló y pese a las pifias de su campaña y lo inflado de las encuestas, ganó la presidencia y su administración, ya moribunda, es ejemplo de cleptocracia, corrupción, ineficacia, ineptitud, ineficiencia. Y recuerdo que en ese 2012 fui representante de casilla en la comunidad de La Caja, municipio de Matehuala, S.L.P., y me di cuenta de las muchas prácticas mañosas del PRI y del PAN en esa sección electoral. Ya tenía 21 años, casi 22 y me sentía animado por el proceso de renovación de los poderes públicos. Sentía que el pueblo hacía sentir su poder, que la representatividad haría justicia social… y pues no. No fue así.

Y bueno, todo ello respecto a las elecciones federales. En lo local, en 2006 las y los matehualenses eligieron al empresario Víctor Mendoza, del PAN, como su presidente municipal; en 2009 a Javier “Chopper” Hernández, también del blanquiazul. En 2012, Matehuala viró de nueva cuenta al tricolor y ganó Edgar Morales, quien jamás pudo ejercer por razones por todos conocidas. Así ese año, año en que el PRI volvió a la Presidencia de la República, llegó al gobierno municipal un personaje gris que ha sido tachado de corrupto muchas veces: Héctor Ávila Lucero. Y bueno, finalmente en 2015 el electorado matehualense le dio continuidad al PRI al elegir a Everardo Nava como su alcalde en un segundo periodo.

A lo que voy, rememorando todo esto, es que me siento fatigado.

No es sólo porque la campaña federal avanza tortuosa y porque parece que ahora sí va a ganar AMLO (eso dijimos en 2006 y vea) o porque alcaldes priistas y panistas, por igual, no han sabido diferenciarse los unos de los otros (si bien reconozco que uno de los mejores munícipes contemporáneos ha sido Goyo Maldonado, del PAN), sino porque he presenciado de cerca, hoy más que nunca, los trasfondos de hacer política.

Es curioso que alguien que estudia lo que yo se queje de esto, pero como le decía a mi estimado amigo J.I. Leyva, como objeto de estudio la política es una chingonada pero en la praxis puede ser el infierno.

Hoy las campañas me dejan un sabor de boca amargo, porque sé que a 75 días de la jornada electoral, la incertidumbre se acrecienta conforme se acerca la fecha y la amenaza de guerra sucia (todo sea por el poder) está latente, amenazando como polarizar de nuevo este país que a principios de este siglo, el XXI, nomás no sale del hoyo en el que se encuentra, del atraso histórico al que su gente y clase política lo ha condenado.

Hoy como 2012 vuelvo a apoyar a López Obrador, pero si llegase a perder me da igual si gana Anaya. ¿Por qué? Porque los cambios que México necesita son culturales y no coyunturales. En todo caso, me encantaría que, a partir de la llegada de un gobierno disruptivo, como el que promete ser el de Andrés Manuel, la gente al fin se espabile y comprenda:

  1. Que el gobierno no les va a solucionar todo.
  2. Que la corrupción no es un problema únicamente de los servidores públicos. Todos somos corruptos, de una u otra forma.
  3. Que si queremos progresar, nos urge ser más éticos, más congruentes y participativos.
  4. Que el Estado de Derecho comenzará cuando haya un auténtico Imperio de la Ley y que para eso, todas y todos tenemos que someternos a lo que dicten las normas jurídicas.

Y bueno, para terminar, créanme que quisiera decir más sobre lo local, pero me ata un solo hecho: la candidata de Morena es mi madre y muchos afirman que no seré imparcial por ello.

Pasando las elecciones juro y perjuro que hablaré largo y tendido de este proceso local.

 

Gracias por leer y compartir. ¡Hasta la próxima!

 

Raúl Axel Mayorga Molina (San Luis Potosí, S.L.P., 1990) es estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México en la modalidad a distancia.

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