El rincón del Mago
LAS MALAS COSTUMBRES DEL PODER: Mal Obrador, Mal perdedor.
Por: Abelardo Medellín Pérez.
Entre los meses que transcurren de enero de 2005 a mayo del 2006, sucedió uno de los fenómenos políticos más interesantes que ha visto el país en materia política. Teníamos a un candidato fuerte, un hombre que decía entender el hartazgo de las personas, porque él era parte de ellas, decía ser diferente a todos los demás partidos y prometía un cambio verdadero. Desde entonces ha sido así. Desde esos días, en cada elección, aparece como primer lugar en muchas de las encuestas. Siendo así, las preguntas obviadas giran en el aire: ¿qué sucedió?, ¿qué sucede?, ¿qué sucederá?, ¿por qué no ha ganado?
Como pasó entonces, puede seguirse repitiendo, porque quien desconoce la historia está condenado a repetirla, y ni siquiera un candidato dos veces supuesto ganador puede liberarse de esta tendencia humana tan marcada. Con esto en mente, te invito lector a que veamos una de las historias más funestas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su más penosa derrota, que lejos de ser conspiraciones en su contra, son más sencilla de explicar y de entender que una frase con demasiadas erres pronunciadas por este emblemático personaje.
ACTO UNO: LA GLORIA
Al inicio de las pre-campañas AMLO tenía en su poder un muy interesante plus de +20% puntos sobre su contrincante más fuerte que era el Partido Acción Nacional (PAN), no se diga sobre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que en ese momento iba perdiendo con una diferencia de +28% puntos ante Obrador. En resumidas cuentas, aun con el PAN en la silla presidencial y unos meses para la elección, AMLO sentía en sus manos la engañosa ventaja que lo ilusionaba con una victoria segura e irrevocable.
ACTO DOS: PAN COMIDO
Al interior del PAN, una serie de extrañas acciones nacionales se gestaban y desembocaban en lo que casi siempre terminan por ser las decisiones políticas en México: ignorar la voluntad del pueblo. Había un candidato, digámosle “NOGANON” quien era el favorito de los panistas como sociedad hacia afuera del partido. Ese era el problema, era querido por fuera, sin embargo, al hacer una elección interna del candidato, por alguna razón desconocida a primera vista, el ganador para representar al PAN terminó por ser Felipe Calderón Hinojosa (FCH). Esta decisión fue poco inteligente en muchos sentidos; no solo decidieron evadir la preferencia popular (¿y la democracia?), sino que escogieron a un candidato que a dos kilómetros de distancia y con dos dedos de frente se le notaba la falta total de carisma, el hueso azul que revelaba su carácter panista hasta el tuétano y lo peor: ser un panista ortodoxo, pero ortodoxo en serio.
ACTO TRES: TIRO PA’TRAS
Por azares del destino y, seguramente, un pésimo consejo por parte de su gabinete, Calderón decidió optar por el ataque al Gobierno que se va. Inició una campaña llamada “Manos limpias”, donde pretendía que, de ganar, comprobaría y tomaría acciones legales en contra de los actos de corrupción del sexenio de Vicente Fox, o por lo menos, desvelaría la realidad de los gastos que, FCH, consideraba ilícitos en algún grado. Suena a una campaña que funcionaria del todo en nuestros tiempos (el querido y PRIllenial 2017), lamentablemente, en ese momento lo único que recibió calderón fue un agobiante y caluros: ¡¿QUÈ?!
¿Cómo se le pudo ocurrir a la campaña de Calderón hacer un movimiento tan torpe y poco pensado? No pudo haber escogido un más terrible y nada práctico tipo de campaña. En ese tiempo Fox había logrado un crecimiento económico a nivel país, que no se había visto desde hacía ya varias décadas. Con ventas récords de automóviles y créditos para casas, ¿no pareciese que FCH decidió el objetivo de sus afrentas con los ojos tapados? En fin, adivinen quien no subió en las encuestas. Mejor aún, adivinen cuál (en ese entonces) perredista estaba dando de saltos sobre sus más de +28% puntos por encima de todos los demás partidos. AMLO estaba que no cabía en su “jelicidad”. Felipe Calderón, sentado y cabizbajo sobre su pobre y moribunda campaña, miraba al suelo y parecía no entender bien el principio básico de un país capitalizado: “LAS PERSONAS VOTAN CON LOS BOLSILLOS, SI LES VA BIEN CON EL DINERO NO VAN A CAMBIAR DE COLOR”.
ACTO CUATRO: GRINGO SABIO
Mientras AMLO preparaba su pulidor de sillas presidenciables y el PRI ataba una cuerda a la viga más cercana del techo, el PAN no podía permitirse perder la presidencia así de fácil. Decidieron tomar el camino de la inversión inteligente; la inversión en el extranjero (literal). Un hombre de origen americano, inteligente, sagas, conocedor, un tiburón en el área política, su mente: un saber enciclopédico de mañas y soluciones para los gobiernos. El mismo que ayudo a arreglar el escándalo de Mónica Lewinsky, aquel que logro hacer ganar a la izquierda en Brasil y Chile. Muy hidalgo, muy preparado y, lo mejor, cobraba en dólares y por hora (lo mejor para él, quise decir). El equipo de Calderón contrato a este estratega político que llamaremos Dick M., porque de hecho así se llama. El señor Dick, inicio eliminando la campaña “Manos limpias” de FCH y borro todo lo que hubiese de ella. Les dijo a los dirigentes del partido: “si tienes un buen sexenio anterior, ni discutes ni peleas”. Ya con esto aclarado y el desastre en proceso de limpieza, Dick M. miró un poco hacia atrás y en una de las épocas más funestas de la historia reciente mexicana encontró la respuesta.
ACTO CINCO: ESCUELITA DE LA HISTORIA
El señor Dick, le recordó al PAN los tiempos de crisis en los que se había hundido México desde ’82. Tiendas vacías, gente con hambre, personas abandonando sus casas y otras más tomándolas por la fuerza. Un desastre económico a nivel nacional que, entre las muchas razones y causas de su horrida llegada, fue provocado por la actitud indiferente y antagónica que tenía López Portillo en contra de la iniciativa privada. Gracias a esta actitud presidencial en contra de los inversionistas y banqueros, Jolopo logró tener un récord histórico de cuatro crisis consecutivas hasta terminar en una, a penas percibida, estabilidad transitoria.
ACTO SEIS: AMLO ES POR PELIGRO
No era nuevo para nadie el odio que, de vez en cuando, AMLO demostraba por la iniciativa privada, tanto es así, que, aunque pocos lo recuerden, hubo un incidente donde, dentro de un evento privado, Andrés Manuel decidió que era una buena idea gritarles a ciertos dueños de bancos que, al llegar él al poder, los metería a todos a la cárcel. Con este incidente en mente, y la historia de López Portillo pesándoles aun a toda una generación de mexicanos que sufrieron la devastación de las crisis, para Dick M. no fue difícil concluir la nueva estrategia: “si AMLO continua con su discurso anti-empresarial es muy complicado que pueda ganar”. Así fue, presentaron ambos casos (AMLO – Jolopo) y la bala tirada para matar decía: “López Obrador, es un peligro para México, nos podría hacer entrar en una nueva crisis”. Buen argumento, se puede suponer, después de todo… hasta se apellidaban igual. Como conclusión, la obviada realidad, AMLO perdió, el PAN conservó la silla e inicio su guerra contra el crimen, y ahora estamos aquí.
CAPITULO FINAL: 2018
Puede que este ejercicio de memoria histórica no aclare nada del 2012, puede que suene a un evento más allá del contexto moderno. Después de todo, los nuevos votantes no compran casas ni inmuebles, mucho menos tienen cuentas de banco con aplicaciones más allá de servicios de compras por internet. Puede que los jugadores cambien, pero el juego no. Lo que es peor: si sigues perdiendo y no cambias tu jugada, no puedes esperar que el resultado sea diferente. De seguir con su tendencia anti – iniciativa privada, no importará si el PAN se hizo moronas o si el PRI está depauperado por este sexenio; alguien encontrará otra estrategia del tipo Dick M. y AMLO volverá a la banca, o incluso quede fuera del juego por completo.
Muchos dudan hoy en día que AMLO pueda perder con sus +30% puntos, mas todo puede cambiar de un día a otro. Que no nos sorprenda si, llegado el momento, vuelve el tono azul al cielo de los pinos o volvemos a tener una silla tricolor. Todo habrá sido por las malas costumbres de los aspirantes obsesionados en alcanzar el poder, pero sin saber cómo. Y, si de esta manera son para planear una campaña basada en la confianza a los números, ¿cómo serán para gobernar un México tan cambiante, demandante y diverso que no acepta medias tintas?