Las malas costumbres del poder 2
Abelardo Medellín Pérez.
Hace ya tiempo que el rincón no nos recibía con algo nuevo, con un tema de vanguardia, con una noticia de actualidad, con el ejercicio de reflexión y crítica al que nos ha acostumbrado. Por eso, hoy nos damos cita breve para hablar del gran olvidado en estos últimos meses, de aquello que tanto nos duele, pero no hemos abordado: Enrique Peña Nieto.
Sin el apoyo en capitales diversos que tienen algunos medios nacionales, o los chismes de primera mano que hurtan con ahínco cuanto periodista puede acercar el ojo y aguzar el oído, luce difícil traer una premisa renovada. Allende de esto, para saber cómo se encuentra el presidente EPN habrá que jugar a las adivinanzas. Veamos:
¿En qué se parece Peña Nieto a Aurelio Gómez-Anda, personaje primerísimo y último de “El primer día” novela de Luis Spota?
Tiempo para responder… ¿te rindes?, bueno, la respuesta es tan grande como la pena que da sentir de cerca la miseria del poder; se parecen en casi todo.
No, no nos referimos al hecho de que su antecesor allá salido del país por un periodo largo. Ni que haya quedado viudo de forma trágica por culpa de una enfermedad para después contraer nupcias de forma extraña y vertiginosa. No, tampoco hablamos de la protección que les da a los corruptos amasadores fortunas y propiedades suficientes para hacer un segundo país, no (aunque deberíamos).
Pareciesen ser coincidencias fortuitas, mas ese no es el punto central de contacto entre la historia ficticia de Spota y la historia casi real de PRI llamada “Sexenio de Peña Nieto”. Lo interesante aquí es la apariencia obvia del final cercano.
Así es, por más que los periódicos, programas de televisión y radio, paginas y memes estén olvidando de a tientas al presidente, él sigue ahí, solo pareciese estar invisibilizándose y perdiendo fuerza para los ojos de la ciudadanía. Estamos sujetos a lo que los medios nos inyectan, y si de vez en cuando no nos mostraran al jefe del ejecutivo luciendo sus pantalones mal entallados y sus discursos mal leídos, ni de cerca recordaríamos que aún tenemos presidente.
Por eso, y satisfaciendo el deseo de algunos, Peña Nieto luce muerto en el plano mediático. Y aquí es donde el cuento de terror comienza. ¿Por qué?, porque “El señor” presidente cada vez presiente cercano y veloz el atardecer de su mandato.
De inicio, su partido debe mantener de pie y a empujones la campaña del sucesor que seguro el mismo debió haber elegido. Los partidos de oposición ya no toman el tiempo que solían tomar para interesarse hablando mal del sexenio en curso. Las personas ahora están interesadas en las encuestas de los candidatos y no igual en saber si EPN tiene 0 o -1 en sus niveles de aceptación.
Pronto esta ley del hielo indirecta mantenida por los medios de comunicación habrá llegado a su apoteosis retrayendo las filas y ejércitos que asedian al ejecutivo tanto en el palacio nacional como en su bellísima y, pronto, más habitada casa blanca. Ya no habrá quien le tome fotos diarias en eventos o revise que hace entre comidas. Pronto, el único que contará sus pasos con cuidado será su celular y su propia mente distraída, cuya única nueva actividad será recordar por seis años lo que en poco más de un lustro ha hecho. Es decir: no mucho y a todos enojar.
Que terrible predicamento el de haber sentido bajo las manos todas y cada una de las decisiones sobre México, propias, o ajenas que se vuelven propias, pero al final, bajo su mandato. Que calvario el haber sido la marioneta con el valor más grande y ahora, debe dejarlo para solo responder a sus próximos intereses. ¿Qué hará ahora?, ¿mantener su casa limpia y reluciente?, ¿escribir una reseña larga sobre “aquel libro que era la respuesta a este otro” ?, ¿tomar clases de dicción en filología inglesa?, ¿leer un manual de cómo conseguir más aplausos?, ¿descubrir el nombre oculto y siempre ignorado del IFAI? De momento se ve poco claro, ¿no es así?
Cuando huya la paz y muera la calma, cuando todas las casillas estén cerradas y al cuarto día se levante de entre los conteos el acta, en un nuevo nombre recaerá este aglomerado de poderes fácticos “independientes” y tendremos que lidiar con un nuevo sátrapa y poco fiable sujeto. Mas, por el respeto que, solo la patria merece, tomemos un segundo para pensar en la enorme depresión y ansiedad que debe estar sintiendo nuestro actual mandatario por dejar el puesto. ¡OH!, pero tranquilos, no hablamos de una tempestad interna provocada por un Ávila Puig de la vida real, sino porque, de no ganar su partido, seguro habrá más acusaciones para su gobierno, que días para descansar de la tormenta y suplicio que fue su sexenio. Y a estas alturas, todos necesitamos ese respiro esperando su ultimo día.