Por María Teresa Leyva Nava
Este 8 de marzo se conmemora el día de la mujer, este momento dentro de la historia tiene como característica un repunte en las acciones feministas, encaminadas a la igualdad, como el paro nacional del 9 de marzo.
Tal vez se podrá pensar que los hombres en una cultura Patriarcal no tienen consecuencias sobre esto y no tienen el mismo interés en modificar las ventajas que gozan personalmente debido a ese patriarcado, pero en realidad existen y lo viven día a día, desde estereotipos que deben cumplir (exitoso, fuerte, insensible, ser muy hombre, etc.), vivir sin emociones (que las emociones que viven son iguales a las de una mujer, pero desde pequeños se dedicaron a evadirlas, negarlas, etc.)
Todo comienza en la infancia, se le enseña lo que es ser un niño y un hombre, lo hace introyectando en él un condicionamiento cultural (esto se llama construcción del género) generalmente en nuestra sociedad son con frases muy conocidas como…”no llores, eso lo hacen las niñas” “tu hermana te va a servir de comer mientras calienta las tortillas” no uses, o hagas, o digas nada que te haga parecer mujer ( con esto el niño aprende que hay que ser completamente lo contrario a una mujer) “el Rosa no es para los niños” obviamente debido a que nuestra sociedad estas equivocaciones puede que se sancionen con la desaprobación de otros niños y hombres, incluso mujeres, así que pronto aprende que ser hombre significa no romper las viejas reglas masculinas, en las que se aprueba todo lo que signifique ser fuerte y tener carácter, estar en competencia y ser exitoso. Y ni que decir de hombres que muestren afecto entre ellos, no vayan a pensar que son homosexuales, por eso los golpes entre amigos, pero ningún te quiero, tal vez los afectos se demuestren cuando hay consumo de alcohol. En cuanto a las relaciones con mujeres ellos “las conquistan” (igual que un territorio), para cuando el niño es adulto ya tiene introyectado los años de bombardeo de la publicidad donde las mujeres somos percibidas como “cosas” en los anuncios. La cultura otorga a los hombres privilegios que conllevan al poder, el control y la violencia, por tanto, esto lo protegen entre ellos, ya que no se quiere renunciar a esto. Esta imposición de la cultura como única forma de ser hombre debería ser objeto de rechazo en la sociedad.
Las mujeres por otro lado en la cultura se nos enseña a ser complacientes y agradar a los hombres, aprendemos que su opinión es más importante cuando nos interrumpen en una conversación y no nos devuelven la palabra, cuando los niños pueden ir a todos lados y tú no, por lo menos tienes que estar acompañada si quieres salir a la calle, porque nos enfrentamos al acoso, a los “piropos”, aprendemos a usar short debajo de nuestra falda y el uniforme porque rápidamente los niños se interesan en verte la ropa interior en las escaleras y el maestro no lo sanciona, porque les parece normal, se ha normalizado que nosotras recibamos todas esas agresiones desde muy temprana edad. De acuerdo con las estadísticas 10 mujeres son asesinadas en México solo por el hecho serlo. Como ejemplo, solo el 1% de la población mundial de mujeres tienen una propiedad a su nombre, debido a la cultura de trascendencia de la propiedad a través del apellido masculino.
La Antropóloga Marcela Lagarde señala: “Los hombres expropian todo, el cuerpo, la sexualidad, la capacidad de pensar, de crear, de proponer, de participar. Todo eso nos ha sido expropiado, apenas en el mundo a finales del siglo XX hemos logrado que se acepte que participemos en asuntos públicos. Acabar con el feminicidio es llegar a la punta del iceberg pero antes hay que demoler el cuerpo del iceberg y construir alternativas”.
Así que para que todo esto cambie, porque no podemos quedarnos sin hacer nada, debemos tomar la responsabilidad y desaprender todo lo que nos ha heredado la cultura machista, es fundamental la auto evaluación constante para ser consciente sobre los pensamientos y acciones y revisar si son violentas, tanto para hombres y mujeres, para eso busquemos información confiable y aprendamos sobre la igualdad, sobre feminismo.
Eliminar del uso diario las frases machistas y micromachismos (el lenguaje esta profundamente marcado por la violencia hacia las mujeres). Las tareas al cuidado de los demás están a cargo de las mujeres, haciendo que laboren hasta doble jornada, ya que lo que se hace en casa también es trabajo, por tanto, los hombres no deben “ayudar” en casa, sino que hay que repartir las actividades de manera equitativa, disfrutar del rol de cuidar a los hijos y las labores en casa.
No existe una sola forma de ser hombre por eso hablamos de masculinidades y no de masculinidad ya que existen muchas formas de serlo, no se quiere imponer un solo modelo como se hace actualmente y los patrones se necesitan como una guía de comportamiento, pero se sugiere que los nuevos patrones sean abiertos, plurales e integradores.
Se necesita romper con esa sujeción a los modelos de mujer-frágil-sumisa y varón-fuerte-agresivo.
Muchos hombres conscientes del cambio necesario manifiestan el deseo de tener relaciones más igualitarias, profundas y vulnerables con las personas y muestran sus deseos de participar en el cuidado de los hijos.
Están dispuestos a redescubrir en ellos características tradicionalmente consideradas femeninas, como la receptividad, el afecto, la intuición, la ternura, el amor, la emoción.
Asumen como enemigo común la masculinidad convencional y buscan ejercer acciones para modificarla.
Así mismo, tratan de aprender a ser más abiertos, a expresar sus emociones, a estar más cerca de la familia y a estar más en contacto entre ellos mismos.
Lic. María Teresa Leyva Nava.
Psicóloga Clínica.