Perlas Literarias
7 marzo, 2021

Por María Guadalupe Hernández Banda

Para esta ocasión tan especial les comparto una perla literaria, el poema “Kinsey report” de la poeta y escritora mexicana Rosario Castellanos, quien no se clasificaba como feminista, pero gran parte de su obra tiene como figura central a la fémina.

Con la complejidad que de facto significa el acotar a la mujer actual dentro de cánones que propone Castellanos. Y con el objetivo de enfatizar las etiquetas sociales, diferencias y posturas que aunque obsoletas, aún son prototípicas en pleno año 2021. Este poema surge como una respuesta al Kinsey Report echo por Alfred Kinsey que trata sobre la conducta sexual del género femenino.

El poema está escrito en primera persona desde la perspectiva de sus seis voces distintas, una mujer casada, una soltera, una divorciada, una mujer religiosa en abstinencia, una lesbiana y una soltera en espera de su príncipe azul.

Kinsey Report

I

—¿Si soy casada? Sí. Esto quiere decir

que se levantó un acta en alguna oficina

y se volvio amarilla con el tiempo

y que hubo ceremonia en una iglesia

con padrinos y todo. Y el banquete

y la semana entera en Acapulco.

No, ya no puedo usar mi vestido de boda.

He subido de peso con los hijos,

con las preocupaciones. Ya ve usted, no faltan.

Con frecuencia, que puedo predecir,

mi marido hace uso de sus derechos o,

como él gusta llamarlo, paga el débito

conyugal. Y me da la espalda. Y ronca.

Yo me resisto siempre. Por decoro.

Pero, siempre también, cedo. Por obediencia.

No, no me gusta nada.

De cualquier modo no debería de gustarme

porque yo soy decente ¡y él es tan material!

Además, me preocupa otro embarazo.

Y esos jadeos fuertes y el chirrido

de los resortes de la cama pueden

despertar a los niños que no duermen después

hasta la madrugada.

II

Soltera, sí. Pero no virgen.

Tuve un primo a los trece años.

Él de catorce y no sabíamos nada.

Me asusté mucho. Fui con un doctor

que me dio algo y no hubo consecuencias.

Ahora soy mecanógrafa y algunas veces salgo

a pasear con amigos.

Al cine y a cenar. Y terminamos

la noche en un motel. Mi mamá no se entera.

Al principio me daba vergüenza, me humillaba

que los hombres me vieran de ese modo

después. Que me negaran

el derecho a negarme cuando no tenía ganas

porque me habían fichado como puta.

Y ni siquiera cobro. Y ni siquiera

puedo tener caprichos en la cama.

Son todos unos tales. ¿Qué que por qué lo hago?

Porque me siento sola. O me fastidio.

Porque ¿no lo ve usted? estoy envejeciendo.

Ya perdí la esperanza de casarme

y prefiero una que otra cicatriz

a tener la memoria como un cofre vacío.

III

Divorciada. Porque era tan mula como todos.

Conozco a muchos más. Por eso es que comparo.

De cuando en cuando echo una cana al aire

para no convertirme en una histérica.

Pero tengo que dar el buen ejemplo a mis hijas.

No quiero que su suerte

se parezca a la mía.

IV

Tengo ofrecida a Dios esta abstinencia,

¡por caridad, no entremos en detalles!

A veces sueño. A veces despierto derramándome

y me cuesta un trabajo decirle al confesor

que, otra vez, he caído porque la carne es flaca.

Ya dejé de ir al cine. La oscuridad ayuda

y la aglomeración en los elevadores.

Creyeron que me iba a volver loca

pero me estaba atendiendo un médico. Masajes.

Y me siento mejor.

V

A los indispensables (como ellos se creen)

los puede usted echar a la basura,

como hicimos nosotras.

Mi amiga y yo nos entendemos bien.

Y la que manda es tierna, como compensación:;

así como también la que obedece

es coqueta y se toma sus revanchas.

Vamos a muchas fiestas, viajamos a menudo

y en el hotel pedimos

un solo cuarto y una sola cama.

Se burlan de nosotras pero también nosotras

nos burlarnos de ellos y quedamos a mano.

Cuando nos aburramos de estar solas

alguna de las dos irá a agenciarse un hijo.

¡No, no de esa manera! En el laboratorio

de la inseminación artificial.

VI

Señorita. Sí, insisto. Señorita.

Soy joven. Dicen que no fea. Carácter

llevadero. Y un día

vendrá el Príncipe Azul, porque se lo he rogado

como un milagro a San Antonio. Entonces

vamos a ser felices. Enamorados siempre.

¡Qué importa la pobreza! Y si es borracho

lo quitaré del vicio. Si es mujeriego

yo voy a mantenerme siempre tan atractiva,

tan atenta a sus gustos, tan buena ama de casa,

tan prolífica madre

y tan extraordinaria cocinera,

que se volverá fiel como premio a mis méritos,

entre los que el mayor es la paciencia.

Lo mismo que mis padres y los de mi marido

celebraremos nuestras bodas de oro

con gran misa solemne.

No, no he tenido novio. No, ninguno

todavía. Mañana.

Este poema es una crítica a la clasificación de la conducta sexual de la mujer. Con una manera irónica la autora se burla directamente e implícitamente de la hipocresía de la sociedad que ha decidido cómo una mujer es en términos de su sexualidad.

Mi mensaje es que la mujer no tiene que seguir siendo una persona cuya identidad está formada por la sociedad patriarcal, sino que ella puede liberarse del estereotipo donde se presenta a la mujer que siempre ama más, es la esposa y madre perfecta cuya sexualidad es tan simple que se puede definir. La vida femenina no es así y cuando la mujer toma conciencia de su papel en la sociedad, su estado puede cambiar e igualar al del hombre.

El poema es una herencia que nos deja esta fantástica escritora para ayudarnos a que este conocimiento llegue a tantas personas como sean posibles, y poco a poco luchar y derribar las adversidades de género con las que nos hemos encontrado a lo largo de la historia.

Matehuala, S.L.P. 5 de marzo de 2021

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