Cosas qué recordar el Día del Periodista
5 enero, 2021

EL RINCÒN DEL MAGO

Cosas qué recordar el Día del Periodista

Abelardo Medellín Pérez.

El día de ayer, 4 de enero, se conmemoró el Día Nacional del Periodista en México; en esta fecha se conmemora el fallecimiento de Manuel Caballero quién murió en 1926 y es considerado el fundador de la forma en que se reportea la noticia en nuestro país. En los tiempos del porfiriato, cuando el oriundo de Jalisco, Manuel Caballero, se desempeñó como periodista, el mando militar era un zapato sobre el cuello de la verdad que solo se pudo intentar sortear con una visión crítica y sensacionalista.

Al igual que otras fechas para México, el día del periodista no da una sensación de celebración, sino a penas de remembranza, porque igual que la lucha contra la violencia hacia las mujeres, la erradicación de la discriminación, la defensa de los derechos de los niños, la lucha contra el hambre o la batalla diaria contra la corrupción, en lo que respecta al periodismo, hay muy poco que festejar.

Primero lo más claro y doloroso: la realidad. De acuerdo con el artículo “Murders of journalists more than double worldwide”, publicado por publicado por el “Comité para la Protección de Periodistas” (CPJ por sus siglas en inglés) el 22 de diciembre del 2020, México encabeza la lista de países con más periodistas asesinados, por encima de Afganistán y Filipinas.

De acuerdo con el artículo de Jennifer Dunham, en 2020 al menos 4 periodistas fueron asesinados por motivos que aún se investigan; además, a esta lista de cuatro se suma un caso más de un compañero reportero que fue asesinado a punta de disparos mientras informaba desde la escena del crimen. Sin embargo, de acuerdo con datos Federación Internacional de Periodistas, el año pasado fueron registrados 13 asesinatos de comunicadores.

El artículo explica: “México ha sido durante mucho tiempo el país más peligroso del hemisferio occidental para la prensa, que opera en medio de una compleja red de bandas criminales, narcotraficantes y corrupción oficial arraigada”.

Lo preocupante sin embargo no se detiene ahí. De acuerdo con el artículo dos de los periodistas mexicanos asesinados en 2020 estaban bajo protección del “Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas”, mecanismo que incluía medidas como asignación de guardaespaldas y vigilancia; a pesar de las medidas fueron asesinados y, de acuerdo con CPJ, sus muertes revelan la ineficacia del programa federal.

Para dimensionar mejor las cosas, basta con decir que México ocupó en 2020, por quinto año consecutivo, el primer lugar en asesinatos de periodistas; hecho al que podemos sumar que el año pasado hubo 224 agresiones registradas contra periodistas, las cuales fueron el doble que lo registrado hace un lustro que a penas alcanzó las 124.

No hay nada más difícil para un periodista que saberse en peligro constante por algo tan vital como lo es decir la verdad.

No hay nada más complicado que comprometerte con una historia, investigar, buscar, llamar, escribir, verificar, borrar, aprender, volver a escribir, revisar, releer y al final, darte cuenta que aquello que redactas puede ponerte una diana en la espalda.

Nada duele más que tener que pensar dos veces antes de publicar una nota: primero piensas en la verdad y luego piensas en tu familia.

No existe una mayor entrega que aquella que hace un fotoperiodista al acercarse a la enardecida manifestación que de un momento a otro puede estallar en disturbios; no he visto mayor compromiso que el de los ojos de una compañera periodista que cuestiona a un legislador de derecha sobre temas tan importantes como la despenalización del aborto; no encuentras mayor experiencia en historia y vida pública que en las anécdotas de pasillo que te pueden contar los cronistas y reporteros de la vieja guardia, que más que redactores son maestros para los que vamos llegando; no podrán existir profesionistas más dedicados que aquellos que manejan cámara, audio, redacción, Facebook, conducción, edición y trabajan en coberturas de más de doce horas no para llevar mucho dinero a sus casas, sino para llevar información importante a las de los demás.

En tiempos divididos como los que vivimos, nada es más importante que ver al periodismo como un aliado en contra de lo que no funciona del sistema; si bien hay medios infiltrados por

gobiernos pequeños y grandes, hay por igual muchos esfuerzos loables en decenas de redacciones que no le rinden cuentas a ningún político, sea ganso o pollo, sea azul o rojo.

Debemos evitar los medios amarillistas que tanto entretienen, pero poco aportan; debemos dejar de ver al reportero como un elemento televisivo plano, para entonces entender que desempeña un trabajo tan necesario como el del abogado, el maestro o el comerciante; debemos ver que las noticias no son el final de la verdad, si no el inicio de ella, el periodista no está obligado a informar bajo todas las condiciones imaginables, pero la gran mayoría lo hacen para que la gente tenga, no la última palabra, sino un punto de partida para crear un criterio propio.

Le debemos mucho al periodismo y los periodistas nos debemos a él en cuerpo y espíritu porque escogimos la mejor oficina, la calle; escogimos las mejores reuniones, las ruedas de prensa; elegimos ser quien da la cara ante las preguntas incómodas.

Por eso, en este día del periodista, hubo poco que festejar con la cuenta incesante de compañeros y compañeras periodistas que son asesinados en nuestro país; sin embargo, la fecha de una buena excusa para sentarnos y reflexionar el periodismo que queremos: uno que no necesite dinero del gobierno, uno que pueda preguntar por dinero o poder y no sea amenazado, uno que salga a reportear en las siguientes elecciones sin ser extorsionado por candidatos ni partidos, uno que nos diga qué pasa y cómo pasa sin preocuparse en cuánto le costará decirlo.

La mejor forma de cerrar este Rincón es con la frase que solía leer cada mañana durante mis tres años de secundaría, esa que engalanaba la barda norte de la escuela Francisco Zarco en Matehuala, una frase que, como estudiante, profesionista, periodista, reportero y columnista, nunca he olvidado: “no digas como periodista, lo que no puedas sostener como hombre”; hoy, más vigente que nunca.

Últimas notas