13 noviembre, 2016

El cenit

Por :Raúl Axel Mayorga Molina

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Au lecteur:

Es para mí algo distinguido poder escribir aquí, en este medio que promete mucho de lo que estamos faltos hoy: información. Pero información verdadera, no lo que se quiere que el lector trague sin poder discernir. De ahí parte el deseo de un servidor de poner un grano de arena en la batalla de las ideas, espero poder ayudar a sacudir la opinión de los demás a través de El Cenit.

Me gustó este nombre porque creo que esa posición del Astro rey no deja oportunidad a que haya sombra; quiero que el lector eche luz propia sobre los acontecimientos y pueda aclarar. Vista esta pequeña presentación, prosigamos.

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En el primer borrador de esta columna me enfocaba en temas locales, sin embargo, el curso de los últimos acontecimientos obliga a que aborde un tema que la última semana ha traído de cabeza a todo mundo. Me refiero a la elección de Donald Trump como el 45º Presidente de Estados Unidos.

La caída del peso frente al dólar es el menor de los males que se ven en el horizonte del país cuando Trump jure el cargo el 20 de enero de 2017; ya sobrepasamos la barrera “psicológica” de los $20 pesos por billete verde y aunque eso es lo más relevante por ahora, hay que considerar algunos hechos o promesas de campaña del abanderado republicano.

Primeramente, lo del muro en la frontera común con México. Y, sobre todo, que seamos los mexicanos quienes lo paguemos. Si nos negamos a pagar, ¿cómo nos puede obligar Trump a pagar? Ya nos amenazó con elevar los aranceles e imponer restricciones a los visados, pero por sí solas estas medidas no servirían de mucho (claro, crearían una crisis económica como la de 1994 dicen algunos analistas). El asunto aquí es que Donald Trump llega a la Casa Blanca con mayoría simple del Partido Republicano en el Senado y la Casa de Representantes, lo que podría ayudarle a apuntalar medidas como el uso de la fuerza en caso de que nuestro país no asuma el pago por el muro.

Tampoco olvidemos que mr. Trump quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN por sus siglas en español; NAFTA, en inglés), un acuerdo que le abrió las fronteras a las manufacturas estadunidenses y a la inversión de nuestros socios en disparidad, Estados Unidos y Canadá. Disparidad pues la relación nunca fue equitativa y aunque los gobiernos desde Salinas de Gortari hasta el actual pugnan porque es un tratado muy jugoso para el país, hay que cuestionar ¿a costa de qué? Por ejemplo, las armadoras de autos vienen aquí a ensamblar sus coches porque la legislación permite que a los obreros se les dé salarios bajísimos que en EE.UU. jamás podrían porque serían salarios no de hambre, sino de esclavitud (para los estándares del vecino país norteño). Aparte quedan el tema de la precaria soberanía alimentaria y la enorme cantidad de productos derivados del petróleo que importamos de allá siendo México un país productor de petróleo.

Finalmente, la ola de xenofobia y discriminación que ha despertado en la “América blanca” que le dio el triunfo, porque “hacer América grande otra vez” (Make America Great Again) era un eufemismo para referirse a que los blancos que fundaron el país tomaran el rol dominante que han ido perdiendo a lo largo de las generaciones y que vio coronada la multiculturalidad de nuestro vecino con la llegada de un negro al poder. ¡Algo humillante para una nación fundada por hacendados esclavistas hace 240 años!

Lo cierto es que lo de Trump no es un hecho aislado: la ola contra sistémica es global. El voto del 52% de los británicos para sacar al Reino Unido de la Unión Europea, el triunfo del NO en el plebiscito por la paz en Colombia, la llegada al poder de Mauricio Macri en Argentina, el ascenso de los ismos recalcitrantes (de izquierda y derecha) en todas partes, es muestra que la gente está cansada de las mismas recetas de siempre y por tanto están buscando un cambio radical, aunque ello implique que en las instituciones sean impuestas personas con nula aptitud para ejercer un cargo público.

¿Falló la democracia? ¿En qué y cómo? No, no es que haya fallado o que la respuesta sea un gobierno autócrata o totalitario. Estamos ante un cambio de paradigma social de gran calado y debemos estar listos para asumir como masa lo que va a ocurrir a continuación. Considero que entre esos cambios se viene el relevo generacional del poder, que no es fácil soltarlo, para que la nueva generación, los llamados millennials, se hagan de él y transformen al sistema. O, en el peor de los casos, que el sistema los amolde (nos, pues un servidor, según los estudiosos del tema, entre en dicho rango generacional).

Total, lo que pase con nuestro país será en parte responsabilidad de sucesos que escapan de nuestro control (la elección gringa), pero a ello abonará lo que hagan nuestros gobiernos desde Peña Nieto hasta los alcaldes. Una buena idea sería que fuesen disminuyendo sus elevados salarios e invirtiendo en cosas que sí se necesitan. En fin, el tiempo lo dirá todo.

¡Nos vemos en la siguiente columna!

Raúl Axel Mayorga Molina (San Luis Potosí, 1990). Estudiante de Licenciatura en Ciencias Políticas por la UNAM en la modalidad a distancia, hijo de maestros normalistas y poeta freelance.
Actualmente trabaja de administrativo en una preparatoria pública y ha sido docente de inglés en Educación Básica. Ganó el segundo lugar en el Certamen Estatal de Debate Político Juvenil 2014 organizado por el INPOJUVE y el INE. Sus líneas de investigación de momento son: transparencia y rendición de cuentas, opinión e imagen públicas, división de poderes, relación gobierno federal, estatal y municipal.
Escribe también en https://raxelmm.wordpress.com y en Twitter en @raxelmm

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