La imagen también habla, también cuenta historias, también denuncia, derrumba discursos, motiva, indigna. Ya no veremos más las historias a través de la lente de Daniel, hoy se han terminado, y la censura es una un mar negro que hoy amaneció ganándole terreno a luz de la verdad que el periodismo intenta mostrar.
Históricamente hay un antes y un después de la muerte de Daniel, el antes encerraba en el trabajo del periodista en San Luis Potosí, la amenaza, el despojo, la hostigación bajo diversos medios, por teléfono, mediante un papel debajo de la puerta de la casa, mediante unos neumáticos desinflados o vidrios rotos; ese antes al que el gremio malamente se había acostumbrado como parte normal de su trabajo fue rebasado. Hoy ya la violencia de quien ejerce el uso de la palabra, las letras, la imagen y la voz ha escalado hasta posicionarse en un lugar nunca antes deseado, con el primer homicidio de un periodista en el Estado.
Una vez más el gobierno fue rebasado, por una ola de violencia inédita hacia la sociedad y las instituciones, el terrorismo apareció y se articuló mediante un jeep estacionando como anzuelo mecánico para activar un explosivo que dañaría a peritos forenses. Ahora la muerte de un compañero indigno a una sociedad que se encuentra a la espera de lo que habrá de acontecer en términos de violencia en el estado, sin que los responsable de brindar la seguridad hagan algo para prevenirla.
Hoy Carreras se ve pasmado, inmóvil, sin saber hacia a donde caminar, o sin saber que tiene que hacerlo. Las promesas de cambios en el gabinete de seguridad sigue siendo promesas desde el primer y segundo informe; y hoy los medios no quieren en las mesas de trabajo al Procurador ni al secretario de gobierno, este último emergido precisamente del medio periodístico que hoy no pueden proteger.
Invito a los compañeros del gremio de la región a emitir nuestra indignación y a exigir resultados inmediatos, ya que la muerte por ejercer el periodismo gana lugares en México y ahora en el estado de San Luis Potosí, del cual somos parte.
Mis condolecías a Daniel y a su familia, su perdida, sin conocerlo, la sentí como de un cercano, es nuestra responsabilidad como comunicadores impedir que tu muerte sea en vano.
A los responsables de brindarnos la seguridad en todos sus niveles en todas las entidades, o municipios les reitero, si no pueden con su encomienda, siempre es una honrosa salida renunciar al cargo.
Ni un periodista más asesinado, violentado, hostigado, despojado